Cada viernes, cuando voy hacia el Moncayo y, cuando distingo a lo lejos su silueta, se alegra  mi espíritu y siento en mis entrañas el cosquilleo impaciente,el deseo de llegar a mi jardín.


Me espera el Sol de Veruela y bajo su mirada apacible comienza mi jornada. ¡Quien  lo hubiera imaginado!
Me reconozco en su silencio y en él, me encuentro como en casa. Como si yo perteneciera a esta tierra .Al final , he vuelto a ella.

Brujabella es un lugar en un rincón del mundo, es una ilusión.

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