Puede, sólo, mirar al frente,


contemplar la pared desnuda

a dos palmos de narices.

Siente el precipicio a sus espaldas y,

tiene miedo.

Si mira a la derecha,

ve la mirada acusadora.

Si mira a la izquierda, le recuerdan

todos los pecados silenciados.

Puede mirar al frente y observar

la pared solitaria, sentada en  una silla,

blanca y desnuda,

a dos palmos de narices

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