Veinticuatro horas calcadas,
los días se repiten.
Veinticuatro horas redondas
girando, como la tierra,
siempre el mismo eje,
siempre el mismo azul.
Tu, como la tierra,
giras y giras
adorando, tal vez,
a un Dios inexistente.
Tal vez la nada sea
una pura invención para ensalzarnos.
Tal vez la nada seamos
tu 
que, me miras y 
yo que,
te adoro.
Se desliza el cielo ante mis ojos.
El tiempo se acumula y
se escabulle.
Volveré para buscarte.
¿Dónde estará ese tiempo?

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